LOS INDIOS AMAZÓNICOS

Dentro de la vasta extensión de las tierras bajas de América del Sur, pobladas de bosques, cuatro veces el tamaño de Francia  y diez el de Inglaterra, viven numerosas tribus de amerindios que presentan una gran uniformidad en su cultura y modos de vida.

Esta uniformidad cultural refleja las semejanzas en el ambiente  natural;  la distribución de estas tribus responde totalmente a los límites de la selva, que en términos políticos forma parte del Brasil, aunque cubre también zonas de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y las Guayanas; en términos geográficos la selva forma parte de las cuencas del Amazonas y el Orinoco.

 

Guerreros xikrin con el cabello afeitado hasta muy entrada la cabeza, sus caras pintadas con el jugo rojo del urucú y sus cuerpos embadurnados del genipapo, colores y materiales que utilizan los indios amazónicos en fiestas especiales y en su vida cotidiana.  

Esta densa selva tropical cubre más de CUATRO MILLONES de Km2, una zona donde la temperatura media no varía en todo el año ni 3º C, donde llueve más de 130 días al año y donde la humedad relativa excede normalmente del 80%.

 

Junto a esta falta de variación climática está la uniformidad física en la llanura de las cuencas de los ríos principales; el Amazonas tiene sólo 64 metros de desnivel desde la frontera peruana hasta su desembocadura a más de 3000 km de distancia.

Sin embargo, dentro de esta amplia zona hay diferencias importantes;  si junto al curso de los ríos principales las tierras son ricas y fértiles, los campos surcados por arroyos pequeños y fuentes son, en cambio, notablemente más pobres.

Aldea de la tribu txukuhamae, " el pueblo que no usa arcos". La estructura del poblado, un racimo de chozas en un descampado de la selva, permanece inalterable; pero la pista de aterrizaje simboliza el contacto que ha modificado tanto la vida del indio amazónico.

 

Esta es la diferencia ambiental que ha regido siempre el desarrollo cultural de las tribus que viven en sus regiones  respectivas.

La raíz de la amarga y venenosa mandioca ha de seguir un largo proceso mediante el amasado y rallado, antes de que pueda convertirse en el alimento diario, el pan de mandioca, o fermentarse como "cerveza".

La caza, la pesca y los frutos recolectados suplen las deficiencias proteínicas que presenta la raíz de esta planta.

A los que habitan junto a los ríos principales se les llama ribereños, y a quienes residen en las regiones más remotas, pueblos de la selva.

Los pueblos ribereños de las regiones ricas son más estables. La pesca les proporciona abundantes proteínas.

Pero junto a las fuentes de los grandes ríos y en los afluentes, la pesca es más difícil por las repetidas cascadas y la velocidad de las corrientes.

Medio escondido por el denso follaje verde de la selva peruana, un indio yagua ensaya su puntería.

Con su larga cerbatana, de casi 3 metros, puede disparar pequeños dardos venenosos contra la presa.

 

La caza es un recurso más pobre, por lo que los pueblos de esta región son menos estables, viajan de un lado a otro y no llegan a tener verdaderas instituciones políticas. Las tribus ribereñas fueron, por su situación, las primeras en enfrentarse a la intrusión europea, y como resultado ninguna de ellas ha conservado su civilización original, ni mantenido la población anterior a la conquista.

Los modernos representantes de la cultura tradicional de la selva son tribus que habitan en las regiones más remotas de los principales cursos de los ríos, donde el aislamiento les ha proporcionado alguna protección.

Cuando evolucionaron los antepasados de los indios amazónicos y de donde proceden nos es completamente desconocido. Falta todavía una investigación completa de los restos arqueológicos de la selva, cuya misma extensión, la densa y creciente vegetación, el clima caluroso y húmedo y las frecuentes y torrenciales tempestades dificultan el hallazgo de los antiguos asentamientos y su preservación. Además, la mayoría de los objetos propios de la cultura de los indios amazónicos solían hacerse con materiales caducos; el desplazamiento continuo de los pueblos hace, además, casi imposible encontrar una excavación digna de confianza. Parece, no obstante, que por los años 3000 a. C. la cuenca del Amazonas estaba ya  habitada por gentes que vivían poco más o menos del mismo modo que cuando a principios del siglo XVI llegaron los primeros europeos.

La historia de la evolución cultural presenta no menos problemas, y las dos teorías básicas sobre este punto presentan sus razones sobre cómo  fue poblada esta región.

 

Las tribus de las fuentes del río Xingu celebran el final del luto con la fiesta del Kuarup. Tonadas monótonas ahuyentan a los espíritus del mal. Las muchachas salen de varios meses de aislamiento y los hombres demuestran sus habilidades en la lucha.

 

Una teoría explica que los primeros pobladores fueron pequeños grupos de cazadores que se habían adentrado en la región y luego desarrollaron gradualmente la cultura de la selva tropical. La otra teoría establece que dicha cultura es una forma adulterada de las civilizaciones maya e inca, más avanzadas, procedentes del centro y Sur de América. En este caso, habría migraciones por las costas, remontando y bordeando los principales ríos, o bajando desde la cordillera de los Andes por el oeste.

Una madre india hila algodón que cultivan en los descampados o claros de la jungla. La hamaca, muy usada a lo largo de todo el río Amazonas por hombres, mujeres y niños, es de algodón o de enredaderas selváticas.

Al desplazarse de su lugar de origen y adentrarse en una zona más pobre, estos pueblos emigrantes fueron perdiendo sus instituciones sociales y culturales.

Una tercera interpretación más reciente combina las dos ideas anteriores y sugiere lo siguiente; la población original fue determinada por unos grupos nómadas  de cazadores con desarrolladas técnicas agrícolas para explotar el medio ambiente.

 

 

Pese a las incógnitas sobre su evolución hay dos hechos evidentes; la facilidad de desplazarse por toda esta región en canoas, pues las cuencas del amazonas y del Orinoco forman el conjunto de red fluvial más grande de todo el mundo, y el hecho de que la cuenca del Amazonas no es el área densa y apenas habitable que imagina el europeo, por lo que pudo haber sostenido una gran población.

Sumergidos hasta el pecho en el río Xingu, estos indios levantan el complicado dique de troncos y ramas, que se utiliza para atrapar peces. Para asegurar la pesca, atontan a los peces con dardos envenenados, capturándolos luego en la red cuando emergen a la superficie del agua.

La tecnología desarrollada por los indios estaba enteramente adaptada a la naturaleza del medio ambiente y ellos se las arreglaron para sacar provecho de todos los aspectos positivos sin provocar un desequilibrio ecológico. Los blancos no aprendieron nunca de los indios, y su tecnología fue totalmente inadecuada para el mundo peculiar del Amazonas. La tradicional economía se subsistencia del indio del Amazonas, extremadamente rica y variada, llega a las cotas propuestas por la Organización Mundial de la Salud.

La característica fundamental de la vida de los pueblos  de la selva es su dependencia de los productos agrícolas, la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres. En la actualidad la agricultura de la selva sigue basándose en la apertura de claros mediante la quema de árboles y malezas; cada cinco años, aproximadamente, agostadas las tierras de cultivo, los indios amazónicos levantan el campo y se trasladan a otro lugar. En la mayor parte de la región la cosecha principal es la amarga mandioca. De cosecha muy segura, estas raíces contienen en su estado natural gran cantidad de ácido prúsico venenoso, por lo que  se las debe someter a un largo proceso con el fin de hacerlas comestibles. Otras numerosas cosechas suplementarias, como el maíz, el ñame, las batatas, los nogales, las bananas y los plátanos (que son el alimento principal de algunas tribus) se cultivan también en estas tierras.

La preparación de los campos, que lleva consigo la tala del bosque y otros trabajos pesados, corre normalmente a cargo de los hombres; la recogida de la cosecha y la elaboración de los alimentos son tareas propias de las mujeres. Pero la división de las responsabilidades entre uno y otro sexo varía de unas tribus a otras. Entre los tríos del norte brasileño el hombre ayuda en la plantación, pero después de eso ya no colabora más en las actividades agrícolas y demás procesos alimentarios; entre las tribus del Alto Xingu, el hombre ayuda a su mujer en la recolección de la cosecha y su transporte a casa.

La mandioca tiene pocas proteínas, pero esta deficiencia se suple con la pesca y la caza, ocupaciones principalmente de los hombres, que tienen una amplia gama de técnicas y armas. Utilizan arcos y flechas, arpones, lanzas, cerbatanas, armas arrojadizas, trampas para animales y peces, redes, anzuelos y sedales, porras y garrotes, venenos, etc. Pocos son los animales que no cazan, aunque en algunas tribus, sobre todo las que se alimentan predominantemente de la pesca, la carne está prohibida, excepto para algunos individuos. Entre los animales que proporcionan la carne figuran los jabalíes, monos, tapires y una gran variedad de roedores, como los capibaras.

También forman parte de su dieta los frutos silvestres, como la miel y otros alimentos.

Entre los animales que utilizan para herramientas u otros objetos figuran la madera para fabricar arcos, taburetes y armazones de sus casas, la arcilla para las vasijas de barro y toda clase de alfarería que los indios amazónicos hacen sin el uso de tornos. Las hojas de palmera les sirven para el tejado de sus chozas y para cierta clase de cestería, aunque también hacen cestos de corteza de cañas. Algunas plantas semicultivadas, como el junco para hacer flechas y “la hierba de seda” (una planta de la familia de las ananás), les proporcionan cuerdas para los arcos y las hamacas, características de estos pueblos y que se proporcionan con el algodón que cultivan.

Las casas de los indios amazónicos presentan paredes de madera y techos de paja o cañas, que a menudo llegan hasta el suelo. En algunas tribus como los tríos y los shavantes, las casas albergan a una sola familia, pero a menudo son comunitarias con una sola casa muy grande, la maloca, para varias familias, que forman un pueblo entero. Otras veces, las aldeas, como entre las tribus del Alto Xingu, se componen de cierto número de malocas. El tamaño de estos asentamientos varía, pero entre los indios ribereños, antes de la conquista de los europeos, no era raro encontrar pueblos de hasta 1000 habitantes. Las aldeas del interior tienen por término medio unas 50 personas, pero varios factores –sobre todo los preparativos para la guerra—pueden influir en la población.

Otra característica particular de la civilización de estos pueblos son sus débiles instituciones políticas. Un poblado es casi siempre una unidad autónoma, e incluso dentro de la aldea el jefe tiene poca autoridad. Así, la formación y conservación de las alianzas entre los pueblos tienden a ser esporádicas e inestables, y en muchas partes de la selva amazónica, la lucha y las invasiones eran males endémicos hasta mediados del siglo XX; su objetivo no era conquistar tierras sino hacer prisioneros (para los ritos caníbales y la caza de cabezas) o raptar mujeres.

Las sociedades del Amazonas no presentan distinción de clases; las divisiones sociales más importantes vienen determinadas por la edad y el sexo. En la mayoría de las tribus sólo hay una actividad especializada, la del chamán que actúa como médico y sacerdote de la región.

No hay datos seguros sobre la población del Amazonas cuando llegaron los europeos por primera vez, aunque se ha dado la cifra de 2.000.000. Los cálculos sobre la población actual no son mucho mejores, debido a las dificultades que entraña censar a los indios que se conocen, aparte de los muchos que permanecen aislados y aún no descubiertos en las regiones más remotas. Se supone que hay en el Amazonas unos 200.000 indios. La masiva desaparición de estos pueblos –y no hay duda que la ha habido, pues los relatos de los primeros exploradores europeos describen una densa población de nativos a lo largo de las costas y los ríos principales--, ha sido consecuencia directa de la intrusión de los blancos, aunque éstos no siempre han sido conscientes de ello.

Gran número de indios murieron peleando contra los invasores o víctimas de grandes matanzas, algunos de ellos en años muy recientes; otros perecieron como resultado de los malos tratos, reducidos a la esclavitud o semi-esclavitud. Pero la mayor parte murieron de enfermedades, algunas de las cuales, comunes en Europa, incluyendo las no consideradas normalmente como peligrosas, eran totalmente extrañas en Sudamérica.

Aunque ha habido casos en que se entregaron a los indios prendas contagiadas con el propósito de exterminarlos, la propagación de las enfermedades ha sido en general involuntaria. Debe recordarse que no era necesario el contacto directo con un europeo para que se difundieran estas plagas. Las rutas comerciales de los indios les proporcionaron excelentes medios para este contagio, más allá de la penetración del hombre blanco.

La situación de los indios amazónicos varía en la actualidad de unos grupos a otros. En las costas y ríos principales, la población nativa ha logrado, donde ha sobrevivido, una suerte de estabilidad, pero la mayoría de sus costumbres tradicionales han desaparecido y sus formas de vida no se distinguen apenas de las de otros lugares pobres de la India y Europa. En el otro extremo, en las regiones más alejadas, quedan todavía algunas tribus aisladas, que continúan apegadas a su vida y costumbres tradicionales. Pero algunas de ellas están a punto de aculturizarse o desaparecer.

El contacto con los blancos incide decisivamente en la supervivencia de estas tribus. Donde éste se ha dado a través de los campesinos pobres que forman la frontera nacional en la mayoría de los países que albergan a los indios, éstos se ven casi invariablemente empujados hacia el mismo empobrecimiento cultural y social. Pero donde el contacto se ha llevado a cabo a través de los representantes de algún organismo gubernamental o centro misionero, los efectos han sido, al menos en los últimos años, mucho más benignos.

En el fondo el problema es de espacio. El sistema económico de los indios requiere una gran extensión de las tierras, parte de  las cuales aparecerá en cualquier momento vacía y desocupada. La población nacional de todos los países afectados crece rápidamente y la tecnología moderna –aeroplanos maquinaria de construcción de carreteras, nuevos tipos de embarcaciones, aerodeslizadores—contribuye a facilitar las comunicaciones con el interior de la selva. Algunos arguyen que, ante la vital importancia económica de estas tierras, no debe permitirse que unos pocos indios entorpezcan el camino del desarrollo y las necesidades de las poblaciones crecientes de los países afectados. El indio no tiene fuerza ni conocimientos legales para defender sus tierras; necesita leyes que regulen adecuadamente su derecho a unos campos determinados. Esto se ha intentado en ciertos países, sobre todo en Brasil, fundando reservas para los indios, la más importante de las cuales está en la región del Alto Xingu. Pero el sistema de reservas sólo puede funcionar si existe un compromiso serio por parte del Gobierno y no faltan indicios de que los países sudamericanos no van a adoptar mejores medidas de protección a los indios que las autoridades norteamericanas.

Se han hecho intentos, sobre todo fuera de Sudamérica, desde Europa y Norteamérica, para llamar la atención sobre los indios amazónicos. La asistencia práctica, como la provisión de suministros médicos y otros equipos, se ha extendido a ayudas legales para que los indios puedan reclamar sus propias tierras. Si estas medidas llegan a prosperar, los indios tendrán la oportunidad de adquirir un cierto grado de independencia y autogobierno. Ello no significa abandonarlos a su aislamiento, ya  que la necesidad de artículos manufacturados les llevará a adaptarse progresivamente a la economía monetaria de la sociedad nacional. La ayuda médica contribuirá también a garantizar la supervivencia de los indios. Pero la civilización y las costumbres del indio amazónico, como él las desarrollara antes de la llegada del hombre blanco, corren peligro de desaparecer casi por completo.

 

 

Llevadas en barco, avión y camiones, tribus enteras de indios amazónicos son trasladados a reservas y sus tierras cedidas a los especuladores. El famoso Parque Nacional de Xingu, en Brasil, dirigido por los hermanos Villas Boas, alberga a algunas tribus amenazadas.

 

 

 

PINCHA EN LA FLECHA PARA VOLVER ATRÁS